2 Evaluación
Álvaro Moreno
¿Por qué las
mujeres no competían en las primeras Olimpiadas modernas?
Cuando se
restauraron los Juegos Olímpicos en Atenas en 1896, los organizadores,
lógicamente, tomaron como modelo las antiguas Olimpiadas.
El antiguo
festival en honor a Zeus tenía un fuerte elemento religioso. Estaba dedicado
sólo a los hombres, que competían desnudos. Con pocas excepciones, a las
mujeres no se les permitía participar, ni siquiera como espectadoras. Si alguna
desobedecía la regla, podía ser condenada a muerte.
En las primeras
Olimpiadas modernas se permitió a las mujeres presenciar las competencias, pero
no participar. Hasta los Juegos de Amsterdam en 1928, las mujeres sólo
competían en deportes como golf, tenis, natación y esgrima; pero había muy
pocas competidoras.
En
Amsterdam, a las atletas se les permitió participar, por primera vez, en los
deportes de pista y campo, que incluían una carrera de 800 m que causó gran
controversia: después de terminar la prueba, muchas competidoras se desmayaron.
Los más
tradicionalistas se apoyaron en ese resultado para subrayar que a las mujeres
no debía permitírseles competir. El presidente del Comité Olímpico
Internacional, Baillet-Latour, insistió en que se regresara a las
Olimpiadas donde sólo competían hombres. Otros dijeron que, dada su fragilidad,
las mujeres no eran capaces de afrontar pruebas de resistencia física que
"las hacían envejecer prematuramente".
Las
feministas señalaron que en las carreras para hombres también los competidores
se desmayaban por el cansancio. De hecho, si no lo hacían, se les acusaba de
"no hacer su mayor esfuerzo".
Los
conflictos siguieron y, como resultado, los Juegos Olímpicos no tuvieron
carreras para mujeres más largas de la mitad de la pista, o sea, 200 m, sino
hasta 1964, cuando Betty Cuthbert de Australia ganó los 400 m.
Los 1,500 m
se introdujeron en Munich en 1972; los 3,000 m y el maratón en Los Ángeles, en
1984. Las carreras largas para mujeres se han complementado con las
competencias de natación, así que hoy día no hay gran diferencia entre los
programas para mujeres y para hombres.
¿Las mujeres eligen el deporte como actividad
propia o lo hacen para demostrar que en ese campo tradicionalmente masculino
también pueden desarrollarse? Patrones y acervos culturales indican un papel
masculino y uno femenino diferenciados y pautados según épocas, usos y
costumbres.
Se espera de las mujeres una diferencia en
cuanto a rendimiento, expectativas de éxitos, menor aptitud para la agonística
o arte de la lucha atlética, la
competencia, el entrenamiento, y por el contrario, mayor aptitud para la
creatividad e intelectualidad, y la sensibilidad.
El rendimiento deportivo está marcado no sólo
por las diferencias biológicas, sino que se incrementan con las diferencias
psicológicas, sociológicas y culturales
Las mujeres desarrollan el mismo interés por los
deportes que los hombres, al igual que en otras tantas actividades y
profesiones.
Lo que se debería analizar es lo siguiente: si
las mujeres que se acercan a la práctica deportiva lo hacen por estar de acuerdo
con esos valores y modelos que se cultivan alrededor de las competencias, ó si
la búsqueda del éxito del mejor tiene valor dentro de la nueva identidad
femenina que no deja de mutar acorde avanzan los tiempos.
En resumen:
El
deporte
competitivo debe ser considerado como una actividad más entre las
demás, en la que la mujer pueda desarrollarse al igual que los hombres, como en
la política, las ciencias, y todas las demás actividades, con igualdad de
oportunidades para lograr los mejores resultados. Y la imagen de los
deportistas debe ser eso simplemente: un o una deportista que intenta lograr lo
mejor de sí mismo, al igual que la mayoría de los seres humanos. Lograr salud y
condición física, en concreto.
Historia del Maratón
La idea de una carrera de maratón fue inspirada por la
leyenda de Filípides, un corredor profesional quien supuestamente llevó la
noticia de la victoria griega sobre los persas en la batalla de Marathon en el
año 409 A.C. En su llegada a Atenas, gritó "Alegraos, hemos vencido!"
y luego cayó muerto, exhausto. Actualmente no hay evidencia que este incidente
dramático haya tenido lugar alguna vez. El historiador del quinto siglo A.C.,
Heródoto, quien desarrolló jugosas anécdotas de la época y escribió sobre la
batalla de Marathon, no menciona en ningún momento nada sobre la hazaña de
Filípides. La historia no apareció escrita hasta el segundo siglo D.C. – más de
600 años después de que el supuesto hecho ocurriera. La carrera más larga
incluida en los antiguos Juegos Olímpicos Griegos era de solamente 4.614
metros.
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