lunes, 26 de mayo de 2014

Inicios Del Cristianismo Kevin Tituaña


Religión romana


Para los romanos, la religión era, ante todo, el temor a lo sobrenatural. En Roma, la religión tenía dos vertientes: una pública, el culto estatal, y otra privada, el culto a los lares familiares. Como en Grecia, la religión no era un asunto de religiosidad personal; más bien tenía un carácter contractual: se honraba a los dioses a cambio de su protección. En principio, carecían de imágenes, templos y doctrinas, aunque se instituyeron ritos para atraer el favor de los dioses. El panteón romano se creó influido por el griego y el etrusco. Los dioses son casi los mismos, aunque cambien de nombre. El culto a los muertos llevó a deificar a los reyes, y más tarde a los emperadores.
Para comprender la religión romana es importante entender que para ellos no implicaba la asunción de una filosofía, una moral y un programa de vida (que es lo que hoy entendemos, tras la influencia del cristianismo o el islam), sino la participación en los ritos. El hombre religiosos era el que participaba en el rito (no el creyente), de esta manera se explica que en Roma se asentasen todas las religiones del Imperio, ya que no modificaban las creencias individuales, sino que permitían participar en sus celebraciones. Esto también explica que los emperadores se convirtiesen en dioses, es decir, instituían ritos en su honor. Salvando las distancias podemos entender esto si nos fijamos en nuestra sociedad actual, y vemos cómo se importan costumbres ajenas, como por ejemplo la celebración del año nuevo chino, o la celebración de la Navidad con símbolos cada vez menos apegados a las tradiciones locales.
Los romanos adoraban un gran número de dioses. Los más venerados eran Júpiter, Minerva y Juno. En su honor construían templos y ofrecían sacrificios de animales.
El emperador era adorado como un dios y en todo el Imperio se practicaba el culto imperial.
Los romanos también veneraban, en casa, a los dioses protectores del hogar y de la familia: en cada casa había un altar dedicado a estos dioses. Además, los romanos eran muy supersticiosos y, antes de tomar una decisión, consultaban la voluntad de los dioses, expresada por medio de los oráculos.


INICIOS DEL CRISTIANISMO


La libertad le llegó al Cristianismo y a la Iglesia cuando apenas se habían extinguido los ecos de la última gran persecución. Fue justamente Galerio, principal instigador de aquella embestida persecutoria. El augusto Galerio, próximo a la muerte, promulgó en Sárdica un edicto que marcaba nuevas pautas a la política romana frente al Cristianismo. El edicto otorgaba a los cristianos un estatuto de tolerancia: «existan de nuevo los cristianos —decía— y celebren sus asambleas y cultos, con tal de que no hagan nada contra el orden público». El edicto de Galerio, dado en el año 311, no concedía a los cristianos plena libertad religiosa, sino tan sólo una cautelosa tolerancia.

El edicto de Constantino

El tránsito de la tolerancia a la libertad religiosa se produjo con suma rapidez, y su autor principal fue el emperador Constantino. A principios del año 313, los emperadores Constantino y Licinio otorgaron el llamado «Edicto de Milán», que, más que una norma legal concreta, parece haber sido una nueva directriz política fundada en el pleno respeto a las opciones religiosas de todos los súbditos del Imperio, incluidos los cristianos. La legislación discriminatoria en contra de éstos quedaba abolida, y la Iglesia, reconocida por el poder civil, recuperaba los lugares de culto y propiedades de que hubiera sido despojada. El emperador Constantino se convertía así en el instaurador de la libertad religiosa en el mundo antiguo.
El emperador, por otra parte, favorecía a la Iglesia de muy diversos modos: construcción de templos, concesión de privilegios al clero, ayuda para el restablecimiento de la unidad de la fe, perturbada en África por el cisma donatista y en Oriente por las doctrinas de Arrio.
El avance del Cristianismo no se interrumpió tras la muerte de Constantino, si se exceptúa el frustrado intento de restauración pagana por Juliano el Apóstata. Los demás emperadores —incluso aquellos que simpatizaron con la herejía arriana— fueron resueltamente contrarios al paganismo. Graciano, al asumir en 375 el poder imperial, rechazó el tradicional título de «Pontífice Máximo», que sus predecesores cristianos habían consentido conservar. Un enfrentamiento particularmente significativo entre Cristianismo ascendente y paganismo en decadencia se produjo en el escenario más venerable de la Roma antigua: el Senado.


WEBGRAFIA

http://enciclopedia.us.es/index.php/Religi%C3%B3n_en_Roma_Antigua

http://www.primeroscristianos.com/index.php/expansion/item/303-la-iglesia-en-el-imperio-romano-cristiano/303-la-iglesia-en-el-imperio-romano-cristiano


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